lunes, 30 de abril de 2012

¡Sálvese quien no tenga pasado!


Me da miedo que los fantasmas anden ocultos detrás de los rincones más obvios, donde sé que están, donde no quiero buscarlos. 

Lo malo es cuando uno de ellos viene en sueños y furioso me reclama cuestiones ya antañeras de las que nadie y todos fueron culpables. Me vio, furioso, como reclamando su enfermedad, como si yo hubiera escogido el rumbo de su vida (si muy apenas puedo con la mía) como si yo hubiera escogido a quien está a mi lado sólo para dejarle solo. Me reclamó furioso y me preguntó por lo que sabe que más me duele no poder responder. 

Y ahora yo me enojo, porque han sido muchos años echando canciones, cobijas, palabras y demás sobre ese recuerdo, como para que un día, con una sola mención, brinque desde las sombras y me mortifique al grado de no querer soñar. 

Lo bueno es que en cualquier momento, así como se aparece, se va. Levanto mi prisma al sol y el color regresa. Entonces me dan ganas de soñar.

lunes, 23 de abril de 2012

Historias fraccionadas 3

La niña ñoña a veces no entendía a sus amiguitas, todas siempre lindas. La niña ñoña disfrutaba de documentales, fotografía y libros de aventuras, ficción y un poquito de ciencia.

Ñoña, la niña, prestaba la atención suficiente a ella misma como para no salir con un calcetín de un color, otro de otro y la blusa con la etiqueta de fuera. Y eso sí, siempre peleaba con la mata enfurecida que la genética le había mandado regalar.

Cosa terrible fue cuando la niña ya no era tan niña, pero igual de ñoña, y el mundo y la vida le enviaron muchas, claras y apremiantes, señales de que tenía que verse como toda una señorita.

Preocupada hasta el copete, googleó por aquí y por allá respuestas a preguntas que, según ella, nadie debía preguntar, que simplemente se sabían, pues. En un arranque de ansiedad la ñoña niña corrió a donde sabía que podía encontrar un refugio y quizá unas de esas preciosas respuestas.

Cuando llegó le preguntó al dependiente si no tenía por ahí algún título, enciclopedia o monografía sobre cómo ser una niña.

lunes, 16 de abril de 2012

Historias fraccionadas 2


Clementina había estado expuesta a aquéllo sin siquiera darse cuenta. Fueron meses de convivencia y Clemen iba por la vida como si nada, viendo los días ir y venir, ir y venir; a través de sus ojos nublados por la rutina.

Un día tropezó escaleras abajo, cayó de lleno sobre sus manos y rostro. Quedó impávida viendo el mundo al ras del suelo y vio lo que no creía. Era hermoso, había dudado de su existencia. Tomó aquel objeto entre sus manos, era cristalino, liso y tenía muchos lados igualitos. "Prisma", dijo en voz alta para sí misma. Cuando lo alzó al cielo los rayos del sol lo atravesaron y un mundo de colores se desplegó ante sus ojos. Rápidamente, lo guardó, pensó que todos querrían poseerlo. Al llegar a casa repitió el acto y se maravilló como la primera vez. No podía creer que la luz cambiara así de simple gracias a la existencia de "prisma".

Y tan humana como pudo ser, corrió a su cuarto, casó del armario una caja, y el prisma quedó resguardado del mundo en la esquina más oscura que la niña encontró.

lunes, 9 de abril de 2012

Historias fraccionadas 1

"Érase una vez una linda niña como cualquiera, con un montón de grandes sueños que en lo que pareció un parpadeo se fueron todos al infierno".

Ésa es la introducción a una historia que garantiza no tener un final feliz, ojalá nunca la tenga que usar.

"Lo que Marianita nunca soñó, ni en pesadillas, fue pasar los días frente a una computadora ordenado números en celdas de columnas o filas o como peor se quiera ver. Cada "Enter" que da a un número u otro es como tirar a la basura uno de sus sueños que hacía no mucho tiempo aún creía realizables. Cada vez que busca en una carpeta pareciera buscar una ilusión que se ha perdido para siempre entre papeles de oficina.

Su único consuelo es saber que después de cada día de trabajo rutinario llegará otro lleno de oportunidades de lograr un cambio. Pero la desilusión la invade cada atardecer, cuando el sol se lleva consigo un día más e inevitablemente traerá otro igual a la primera hora de la mañana.

Horas y horas, Enter, Enter.

En algún momento la computadora se va a trabar y Marianita dejará de dar Enter para volver a soñar."


lunes, 2 de abril de 2012

Terrorismo intelectual


Típico que te están diciendo un montón de cosas que tienes que hacer y tú distraída pensando en tuits estúpidos o en Yogo o en yo qué sé, y al final de la ENORME lista de pendientes no tienes idea de qué hacer. O bien, el dictador (de encargos, obvio) piensa que una procesa con Intel Core Duo o algo por el estilo y suelta un c h o r i z o incomprensible que sólo se digeriría con un buen Alka Seltzer.

La situación anterior es de lo más normal y común y a cualquiera la puede pasar, tanto en casa como en la escuela y, para fastidiarla de verdad, en la oficina. Digo, no tiene de malo, excepto sus consecuencias cuando hay mucho de por medio, como la reputación y la temida pero quizá inminente etiqueta de "tonta".

Una no se pasó toda la vida (15 años de colegio) y cuatro de universidad para un día terminar siendo "la wey esta" o "la otra tonta". Pero cuando se sabe que uno de los pecados intelectuales que NO se debe cometer, que DEBE una evitar a cualquier precio, termina siendo víctima de lo que llamo "terrorismo intelectual", más parecido al bullying, cuyas armas más eficientes son los insultos a terceros con copia a la interesada, o una buena dosis de todo lo contrarios a las enseñanzas de la PNL, con un alto contenido de negativas hacia el trabajo elaborado, según su conciencia, lo mejor que se pudo.

Mi mejor consejo: haga sus tareas lo mejor que pueda, ponga los sentidos y la tecnología de su lado, y si eso no es suficiente, no se deje abrumar, al final que todos metemos la pata y nunca vamos a estar a la altura de los demás.