viernes, 1 de junio de 2012

El vaivén de la flama...

... da cuenta de que el aire está ahí, no lo vemos pero lo sentimos, y la frágil flama de la vela puede apagarse con un simple y suave soplido.

La vida es frágil. A veces es fugaz, a veces lenta, a veces es muy pesada y resulta difícil llevarla a cuestas, pues parece que uno la carga a ella y no al contrario.

Generalmente la damos por sentado y no es hasta que alguien parte de este mundo a otro cuando apreciamos el latir del corazón, del propio y de los ajenos.

Las sonrisas alegran, los abrazos reconfortan, la lluvia, cada vez más ausente, trae consuelo a la tierra, al cuerpo y al espíritu.

Todo aquéllo, esto y los que están a nuestro lado son vida. Por muy malas que a veces parezcan las experiencias de la vida, si se tiene la oportunidad de ver un amanecer, se puede tener la plena confianza de que la vida continúa para unos y para otros, y en pocas palabras, como se pueda, hay que vivirla.

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