miércoles, 10 de noviembre de 2010

El arte de partir cocos

No, no se trata de cocaína ni nada parecido, sino de lo trabajoso que es partir un coco, como todo en esta vida cuesta sudor, casi sangre y lágrimas, pero el premio es delicioso: un fresco vaso de agua de coco y mucho coco para degustar con limón y chile piquín, o con chocolate (se me ocurrió hace rato).

Para empezar, no podía siquiera llegar a la parte "tiernita" del coco, el desgraciado estaba aún peludo y con todas sus capas completas, pero después de un machetazos que le propinó mi madre, lo logramos. La "sangre" aún no corría, pero nuestra sed era grande. El proceso de descuartización comenzó al aventar al maldito coco desde una altura aproximada de tres metros, unas cuantas veces para lograr que se partiera.

Y eso es sólo el inicio. Ya partido tuve despegar la carnita con toda clase de cuchillos, se escuchaban quejidos (los míos) y toda clase de rupturas (la suyas) poniendo en riesgo mi vida (propensa a rebanarme los dedos: zurda) para sacar un platito hondo de coco.

Es trabajoso, sucio, (hay pelos de coco por todas partes, gotitas de agua difícil de limpiar) doloroso, te deja sin uñas y casi sin dientes, pero es adictivo como nada.
Espero mañana poder partir otro coco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario